2 de febrero de 2012

Ya estoy aquí de nuevo, hablando de repostería.

Buenas noches, queridos seguidores.
Tras una pausa debida a los exámenes, por fin me detengo a escribir y a compartir cosas con vosotros. Ya habréis visto el cartel que ha publicado Ancor sobre la jornada lúdica que se realiza aquí, en Valencia, la mañana del día 25 de febrero en la Plaza de la Virgen. Habréis observado la originalidad del cartel. Ancor tiene un arte...
A ver, por aquí tengo algunas cosas atrasadas que publicar.
No sé si os he comentado que el mundo de la repostería es un mundo rico en opiniones. Pues bien, hay quienes dicen que las recetas hay que seguirlas al pie de la letra, ya que, de no ser así, el resultado será bien diferente. Mi opinión es que esto no es del todo cierto. Para poder cumplir esta máxima, todos aquellos que realizasen la receta en cuestión tendrían que utilizar el mismo horno, los mismos ingredientes e incluso vivir en el mismo tipo de clima. Como sabemos, esto es del todo imposible (y solo si nos referimos al tema de los hornos). Por lo tanto, lo mejor será adaptar las recetas a nuestras capacidades. Lo que en traducción se denomina "domesticación". Es decir, analizar los ingredientes y los pasos a seguir e intentar buscar los equivalentes que mejor nos vengan. Si en una receta de repostería industrial o en una que nos pueda procurar el panadero se utiliza espesante industrial o levadura de panadería, podemos sustituirlos respectivamente por maicena y gaseosas o levadura Royal.
Como yo no he estudiado repostería, sino que lo que sé lo he adquirido de forma autodidacta, os hablaré desde mi experiencia. Pocas recetas habré hecho que sean fieles al original. Siempre acabo modificando algún ingrediente, alguna cantidad o algún procedimiento. Y os invito a que también lo hagáis, según vuestro criterio. Pero para ello es necesaria mucha práctica. El método de "prueba y error" es esencial en la cocina en general, y en la repostería en particular. 
Bueno, ahora publicaré unas imágenes de unos bombones que hice durante las navidades. Para hacerlos me basé en una receta de un libro dedicado al chocolate. Esta es mi versión:

La receta es bien simple. Con los moldes de papel para trufas que podéis encontrar en cualquier supermercado hacéis las bases. Para ello derretid chocolate y untad los papelillos abundantemente con él. Los colocáis en una bandeja boca abajo y dejáis que se enfríe el chocolate (si es necesario, metedlo en la nevera). Aparte montáis nata fresca de la nevera con unas gotas de esencia de vainilla (o azúcar avainillado) y azúcar glass al gusto (cuanto más azúcar glass, más sólida quedará la nata después, aunque también más dulce). Desmoldad con cuidado los moldecitos de chocolate. Rellenad una manga o una pistola pastelera con la nata y decorad al gusto. Yo he añadido corazoncitos de azúcar para decorar, pero lo que mejor vendría serían los frutos rojos (grosellas, arándanos o frambuesas). Y... voilà.
P.D.: en la nevera se conservan bien durante una semana como mucho, aunque también depende de la cantidad de azúcar glass que lleve la nata (cuanto más azúcar, mejor se conservarán).  

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