2 de junio de 2013

Desahogándome un poco, para variar :)

Esto es un pequeño relato que cuenta un poco mi experiencia con la repostería creativa. No es imprescindible leerlo, por supuesto.


Recuerdo cuándo hice mi primer cupcake. Fue hace bastantes años, en la cocina de la casa de mis abuelos en el pueblo. Yo era pequeña, tenía unos 9 años. Cogí una magdalena de las que comprábamos en el horno, de esas de limón y costrita de toda la vida. Abrí un bote de Nocilla y con un cuchillo, ni corta ni perezosa unté la magdalena cubriendo toda la parte superior. Pero vi que le faltaba algo. Así que cogí un Lacasito y se lo planté en el pico. Luego pasé a realizar glaseados de colores (los colorantes los conseguía colando las mermeladas pertinentes) y a bañar los clásicos "rolletes" para que se parecieran a los típicos donuts americanos. Con unos anisitos de colores por encima quedaban geniales, y estaban riquísimos. Me apañaba con lo que tenía. A la gente le parecía curioso lo que hacía (porque claro, yo luego invitaba a probar mis experimentos a todo el mundo), pero los sabores eran buenos. Quizás un poco dulces. 

Por aquel entonces yo estaba obsesionada con encontrar glucosa. Había un programa argentino en Canal Cocina llamado "Tortas y Pasteles", de la empresa "Utilísima", que me había enamorado. En él unas chicas muy guapas trabajaban unas masas de colores que se secaban y con las que podías modelar todo tipo de figuras y muñecos, ¡y además eran comestibles! "Pastillaje", las llamaban. Y un estupendo día enseñaron cómo hacer la masa de azúcar. El ingrediente principal era la glucosa. Pero yo no encontraba ningún sitio donde la vendiesen. Empecé a preguntar en farmacias (yo ya tenía unos 11 años), en tiendas de comestibles, en panaderías... Nadie me la podía vender, la mayoría porque no tenían. Yo no me daba por vencida y seguí buscando, preguntando a los panaderos si sabían de algún polígono industrial en el que la vendiesen. Nada. Busqué tiendas o panaderías argentinas. Nada.

Supongo que por aquel entonces ya había tiendas de repostería creativa, aunque serían muy pocas y de cara a un público más profesional, pero yo tenía 12 años y no sabía dónde más buscar. Pero mientras tanto seguiría experimentando para conseguir algo parecido. Y lo más parecido que tenía era el mazapán. Así que en Navidades compraba cajitas y cajitas de surtido de mazapanes, los abría todos, les quitaba la parte tostada y los amasaba hasta formar una bola, le daba aroma a limón, y procuraba explotar un poco mi creatividad. 

Mi madre siempre nos hacía masa de agua, aceite, harina y sal para que mis hermanas y yo diésemos rienda suelta a nuestra imaginación. Pero, desgraciadamente, aquella masa no era todo lo manejable que deseábamos. Eso sí, estaba deliciosa tanto cruda como cocinada, y era relajante trabajarla (gracias, Mamá). Mi madre también nos compraba una arcilla de colores que se parecía a la plastilina (mi madre odiaba la plastilina, así que nos buscaba sustitutos que, oye, molaban más) y que luego se secaba. (Cuando a mi casa llegó el Fimo fue el ¡bum!).

Recuerdo una de las figuras que hacía con el mazapán: una cosa que yo había visto en algún sitio y que oye, molaba un montón. Luego supe que se llamaba "macaron" y que también llevaba almendra molida, pero de otra manera. Los tintaba con un poco de colorante líquido rojo y los rellenaba con un glaseado de azúcar glass, agua y limón. Estaba bueno, pero debía haber otra manera de hacerlo.

También intentaba modelar rosas con el mazapán que había "arrejuntado", pero aquello era imposible. Se agrietaba todo y estaba un poco aceitoso.
Había oído decir que la miga de pan de molde, muy trabajada y prensada con las manos, podía servir como pasta de modelar comestible. Pero tampoco así el resultado era muy bueno.

Luego vinieron los glaseados de leche condensada y mermelada de fresa colada. Empalagoso, todo hay que decirlo. Lo que recuerdo perfectamente es acostarme por las noches con un montón de ideas en la cabeza sobre nuevos experimentos, sobre nuevas recetas y técnicas inventadas, maneras de crear algo rico y precioso que me permitiera expresar mi creatividad y amor por la repostería.

8 años después, de repente todo es mucho más fácil. Hace tres años compré mi primer artículo, aquello que me daba la bienvenida al mundo que solo existía en mis sueños y que se había hecho, por fin, realidad. Y no pudo ser otra cosa que un bote de glucosa de medio kilo. 

Lo más gracioso de todo es que no he llegado a usarlo porque no he tenido la necesidad de hacer mi propio fondant. Y yo me pregunto, ¿dónde estábais vosotras, ansiadas tiendas de artículos de repostería, cuando yo tenía 10 años y soñaba con encontrarme por casualidad con alguna de vosotras? Ahora es la moda. Y me agobia un poco. Porque ahora noto la presión de no quedarme atrás. Ese agobio del consumismo que nos rodea, que nos exige superarnos sin darnos tiempo a hacer las cosas con amor, cariño e ilusión. Y es que no tengo tiempo. Y es que, en el fondo fondo, yo creo que prefiero quedarme un poco al margen, porque siento que lo que me ha gustado siempre tanto ahora tiene otro matiz: el de la competitividad. 
Y yo soy muy competitiva, y no quiero que eso me coaccione a la hora de seguir creando.

Así que nada, yo a mi ritmo. Que lo que una vez fue un hobbie maravilloso que me ilusionaba y me llenaba no se convierta en obsesión.

(Siento si alguien se ha sentido ofendido. Solo quería sacar algo que me dolía ahí dentro). 

Gracias.

Ana


(Un dibujo que hice hace tres años)

8 comentarios:

  1. Yo opino lo mismo que tu!! no quiero desviarme del camino... quiero seguir aprendiendo y pasito a pasito se hace el caminito. El relato Ana ,es precioso :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias, Ruth! Sí, poco a poco.
      Muchos besos, y gracias.
      Ana

      Eliminar
  2. Guapa me ha encantado tu historia, es preciosa, y tienes razon ahora se está llevando un poco al extremo del consumismo y la competencia, pero haces cosas preciosas y merece la pena dedicar tiempo a algo que te gusta y te hace sentir bien ;) pero a tu ritmo y sin presiones :) Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias, Julia! Por el comentario y por las cosas tan ricas que haces. ¡Que no me quito de la cabeza tus recetas de Lemon Curd!
      Besos,
      Ana

      Eliminar
  3. Me gusta mucho la historia que has expuesto , es muy verdadera y me recordó a un documental que vi sobre la degradación programada para incentivar el consumismo teniendo como resultado hacer cosas absolutamente rápidas sin pensar dos veces , de forma mecánica vamos así que tomar tu tiempo para hacerlas a tu manera es quizas lo más importante que puede hacer una persona. Felicidades y sigue así !!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, A. por tu comentario. Sí, lo de la obsolescencia programada la verdad es que asusta. A mí también me interesan mucho esos temas, así que muchas gracias por el comentario. Besos,
      Ana

      Eliminar
  4. Me ha encantado el relato. Aunque yo no me llevo bien con la cocina, me siento totalmente identificada con las últimas líneas que has escrito porque a mi también me pasa lo mismo, y en mi caso, muchas veces por esa sensación de ser llegar a ser buena en lo que me gusta hacer en comparación con el resto. Pero con el tiempo me he dado cuenta, y me tengo que seguir dando cuenta de ello, que debo ser buena en comparación conmigo misma, no del resto de la gente, porque lo importante de esto, es el coraje que pones en realizar aquello que más te gusta, en perseguir tus sueños. Me gusta mucho el blog, y me parece muy bonito que compartáis algo así. Saludos y ánimo!

    P.D.: si alguna vez te agobias porque sientes que no tienes tiempo para el blog, porque sientes que no cumples con esas expectativas, piensa que este es tu espacio (bueno vuestro espacio), en el que posteais cuando queréis o podéis, simplemente porque os gusta, porque disfrutáis de ello!

    P.D.: siento si he dado a entender cosas que no son así o no las sentís así, simplemente quería compartir mi propia experiencia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias por tu comentario, Marta. La verdad es que te has expresado muy bien y tienes mucha razón.
      Gracias por tu sinceridad :)
      Ana

      Eliminar

Estamos encantados de recibir vuestros comentarios. Para nosotros son muy importantes porque gracias a ellos podemos seguir mejorando el blog. ¡Así que no dejéis de comentar!